El vicio de escribir : by Calderón Alfonso

autor:Calderón, Alfonso [Calderón, Alfonso]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-956-324-045-0
editor: 2018
publicado: 2018-07-25T03:00:00+00:00

Helleu, el pintor de la Belle Epoque

Maestro de la pintura de los elegantes de la Belle Epoque, Paul Helleu pintó a las mujeres bonitas, sin desdeñar la pluma en la cabellera, el manguito, o los ojos que buscaban elegantemente al otro, en el cortejo del amor. Es imposible olvidar cómo mira —ya inmortal en el retrato de Helleu—, la condesa de Noailles, o cómo sugiere el “¡mírenme en mi carácter de diosa!” la duquesa de Marlborough.

Ahora se exhibe (hasta el 4 de octubre) en el Museo Eugenio Boudin, de Honfleur, la obra total del hombre que entusiasmó a “todo París” hasta que vino la guerra del 14. No se sabe bien si fue Degas o Proust, el que, jugando con las palabras, lo llamó el “Watteau a vapor” (tomando el equívoco en francés, al pronunciar, “Watteau”, por el pintor y bateau, barco).

Boldini, Sargent, Whistler, Rodin, Monet lo admiraron. Se sabe que Proust visitó a Helleu en su yate de Deauville y lo que conversaron sirvió al novelista para componer la parte de las discusiones del narrador de “En busca del tiempo perdido” con el pintor Elstir. Cómo juega sabiamente con el blanco, color que anima a otro, el café, a veces en el pormenor trazado por una plumilla, hasta lograr que el mundo naciera al conjuro suyo.

Lo de Honfleur, en donde los domingo se apilan los botes, los yates, las yolas y los vapores pequeños, en medio de banderillas, es explicable. Paul Helleu (1859-1927) los admiraba y su sueño era el de salir mar adentro en uno de ellos, que fuera propio. Solía establecer que le gustaría haber sido marino, pero sólo le interesaba París y decía que los viejos eran un incordio. “Soy —murmuraba— un bárbaro civilizado por la pintura”,

Se dijo que, siguiendo los rasgos de sus dibujos y grabados con punta seca, las mujeres trataban de parecerse a las obras de él, en donde las situaba metidas en el tiempo: “Las jóvenes alargaban sus talles, tiraban hacia atrás el cabello, estudiaban los flexibles movimientos de la muñeca, colocando la mano encima de una gran sombrilla, a la manera de María Antonieta”.

Ahora, en Honfleur, Paul Helleu es una época que vuelve.

23 DE AGOSTO DE 1993

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